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Biografía de Margaret Thatcher

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Traducido por Antonio Mascaró Rotger

La carrera política de Margaret Thatcher ha sido una de las más destacables de los últimos modernos. Nacida en octubre de 1925 en Grantham, una pequeña ciudad comercial en el este de Inglaterra, se convirtió en la primera (y de momento única) mujer que dirigió una democracia europea importante. Ganó tres elecciones generales consecutivas y sirvió como Primera Ministra británica durante más de once años (1979-90), un record inigualado durante el siglo veinte.
 
Durante su mandato, remodeló cada aspecto de la política británica, revitalizó la economía, reformó las instituciones anticuadas y dio un nuevo vigor a la política exterior de la nación. Ella desafió e hizo mucho para cambiar la psicología del declive que había echado raíces en el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial, persiguiendo la recuperación nacional con sorprendente energía y determinación.
 
En el proceso, Margaret Thatcher se convirtió en uno de los fundadores, junto con Ronald Reagan, de una escuela de la política de las convicciones conservadoras, que ha tenido un impacto poderoso y duradero en la política británica y norteamericana y le ha dado a ella una distinción internacional que no había conseguido ningún político británico desde Winston Churchill.
 
Al conseguir cambiar las políticas económica y exterior británicas hacia la derecha, sus gobiernos ayudaron a animar tendencias internacionales más amplias que cobraron importancia en los años ochenta y noventa, mientras el final de la Guerra Fría, la propagación de la democracia y el crecimiento de los mercados libres fortalecían la libertad política y económica en cada continente.
 
Durante el último cuarto de siglo, Margaret Thatcher ha sido uno de los dirigentes políticos más influyentes y destacados del mundo, así como uno de los más polémicos, dinámicos y claros en su lenguaje.
 
El hogar y los primeros años de vida en Grantham de Margaret Thatcher jugaron un papel importante en la formación de sus convicciones políticas. Sus padres, Alfred y Beatrice Roberts, eran metodistas. La vida social de la familia tenía lugar en la unida comunidad de la congregación local, que se mantenía unida por fuertes tradiciones de auto-ayuda, trabajos de caridad y confianza personal.
 
La familia Roberts regentaba una carnicería mientras sacaban adelante sus dos hijas en un piso encima de la tienda. Margaret Roberts asistía a un colegio público local y desde allí se ganó una plaza en Oxford, donde estudió química en el Somerville College (1943-47). Su tutora fue Dorothy Hodgkin, una pionera en la cristalografía por rayos X que ganó el Premio Nobel en 1964.
 
Pero la química fue relegada a un segundo puesto detrás de la política en los planes de futuro de Margaret Thatcher. La política conservadora siempre había estado presente en su casa: su padre había sido edil en Grantham y discutía con ella los asuntos del día. Ella fue elegida presidente de la Asociación de Estudiantes Conservadores en Oxford y conoció a muchos políticos prominentes, dándose a conocer a la dirección del partido cuando la devastadora derrota frente a los laboristas en las elecciones generales de 1945.
 
Siendo una veinteañera, se presentó como candidata conservadora para el bastión laborista del escaño de Dartford en las elecciones generales de 1950 y 1951, con lo que se ganó la fama nacional de ser la mujer candidata más joven del país.
 
Perdió las dos veces, pero redujo mucho la mayoría laborista y disfrutó sobremanera de la experiencia de hacer campaña. Algunos aspectos de su estilo maduro de hacer política se formaron en Dartford, un electorado mayoritariamente obrero que sufría tanto como cualquiera los racionamientos y escaseces de la posguerra, así como el aumento de los impuestos y regulaciones estatales. A diferencia de muchos conservadores de esos tiempos, para ella no era un problema hacerse escuchar por cualquier audiencia y hablaba con desenvoltura, fuerza y confianza sobre asuntos que importaban a los votantes.
 
Fue también en Dartford donde conocería a su marido, Denis Thatcher, un empresario local que dirigía su empresa familiar antes de convertirse en ejecutivo en la industria petrolera. Se casaron en 1951. La pareja tuvo gemelos, Mark y Carol, en 1953.
 
En la década de los cincuenta, Margaret Thatcher estudió derecho, especializándose en tributario. Fue elegida para el parlamento en 1959 como Miembro del Parlamento (MP) por Finchley, un distrito al norte de Londres, que ella siguió representando hasta que fue nombrada miembro de la Cámara de los Lores (como Baronesa Thatcher) en 1992. Al cabo de dos años, consiguió un pequeño cargo en la administración de Harold Macmillan y durante el periodo 1964-70 (cuando los conservadores estaban otra vez en la oposición), se ganó un puesto entre los veteranos del partido, sirviendo continuamente como ministro en la sombra. Cuando los conservadores volvieron al poder en 1970, bajo el mandato de Edward Heath, consiguió el cargo de Secretaria de Educación, entrando así en el gabinete del Primer Ministro.
 
Margaret Thatcher pasó momentos duros como Ministra de Educación. A principios de los setenta, el radicalismo estudiantil alcanzó su cima y la política británica descendió a sus mínimos de civismo. Los protestantes interrumpían sus discursos, la prensa de la oposición la vilipendiaba, y la propia política educativa parecía estar en curso fijo hacía la izquierda, lo que ella y muchos conservadores consideraban incómodo. Pero hizo su trabajo y aprendió de la experiencia.
 
El propio gobierno Heath fue castigado por los acontecimientos de 1970-74 y decepcionó a muchos. Habiendo sido elegido con promesas de recuperación económica mediante el apaciguamiento de los sindicatos y la introducción de políticas de libre mercado, ejecutó una serie de cambios de política, apodados “giros en U”, que le convirtieron en uno de los gobiernos más intervensionistas de la historia británica, negociando con los sindicatos para introducir un detallado control de salarios, precios y dividendos. Derrotado en las elecciones generales de febrero de 1974, el gobierno Heath dejó un legado de inflación y conflicto industrial.
 
Muchos conservadores estaban listos para un nuevo enfoque después del gobierno Heath y cuando el partido perdió unas segundas elecciones generales en octubre de 1974, Margaret Thatcher se presentó contra Heath para dirigir el partido. Para la sorpresa general (incluida la suya propia), en febrero de 1975 ella le derrotó a él en la primera vuelta y venció en la segunda a pesar de enfrentarse a media docena de colegas veteranos. Se convirtió en la primera mujer en dirigir un partido político occidental y en servir como líder de la oposición en la Cámara de los Comunes.
 
El gobierno laborista de 1974-79 fue uno de los más dados a las crisis en la historia británica, llevando el país a un estado de bancarrota virtual en 1976 cuando un colapso en el valor de la divisa obligó al gobierno a negociar un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El FMI impuso fuertes restricciones en el gasto como condición para el préstamo, que, irónicamente, mejoró el imagen pública del laborismo. El verano de 1978, casi parecía posible que ganaran la reelección.
 
Pero durante el invierno de 1978/79, al laborismo se le acabó la buena suerte. Las demandas salariales de los sindicatos llevaron a huelgas endémicas y demostraron que el gobierno tenía poca influencia sobre sus aliados en el movimiento laborista. La opinión pública se volvió contra el laborismo y los conservadores ganaron una mayoría parlamentaria de 43 en las elecciones generales de mayo del 1979. El día siguiente, Margaret Thatcher se convirtió en Primera Ministra del Reino Unido.
 
El nuevo gobierno prometió revertir el declive económico del Reino Unido. A corto plazo, era necesarias medidas dolorosas. Aunque se recortaron los impuestos directos, para restablecer incentivos, tenia que equilibrarse el presupuesto así que se aumentaron los impuestos indirectos. La economía ya estaba entrando en recesión pero la inflación estaba aumentando y debían subirse los tipos de interés para controlarla. A finales de la primera administración de Margaret Thatcher, el desempleo en el Reino Unido superaba los tres millones y sólo empezó a caer después de 1986. Una gran parte de la ineficiente industria británica cerró. Nadie había predicho lo dura que sería la reversión.
 
Pero se consiguieron victorias a largo plazo. Se controló la inflación y el gobierno creó la expectativa de que haría lo que fuese necesario para mantenerla baja. El presupuesto de la primavera de 1981, que aumentaba los impuestos en lo más profundo de la recesión, ofendía el pensamiento económico Keynesiano convencional, pero hizo posible recortar los tipos de interés y demostró esta nueva determinación. La recuperación económica empezó durante el mismo trimestre y siguió una larga expansión.
 
Este logró proporcionó apoyo político, pero la reelección del gobierno del gobierno sólo quedo asegurada por un hecho inesperado: la Guerra de las Malvinas. Margaret Thatcher se enfrentó a la invasión por parte de la Junta Argentina de las islas en abril de 1982 con la mayor firmeza. Aunque trabajó con la administración americana para buscar una solución diplomática, mandó un grupo operativo militar británico para recuperar las islas. Cuando la diplomacia falló, la acción militar surtió efecto rápidamente y las Malvinas volvieron a quedar bajo control británico en junio de 1982.
 
El electorado quedó impresionado. Pocos líderes británicos o europeos habrían luchado por las islas. Haciéndolo, Margaret Thatcher sentó las bases para una política exterior británica mucho más vigorosa durante lo que quedaba de la década de los ochenta. Cuando llegaron las elecciones generales de junio de 1983, el gobierno fue reelegido con su mayoría parlamentaria más que triplicada (144 escaños).
 
El segundo mandato empezó con tantas dificultades como el primero. El sindicato minero se enfrentó al gobierno con una huelga que duró un año en 1984-85. El movimiento laborista se unió en la defensa de las reformas sindicales del gobierno, que empezaron con la legislación de 1980 y 1982 y siguieron después de las elecciones generales.
 
La huelga minera fue una de las más violentas y largas de la historia británica. El resultado no fue claro pero, después de muchas vueltas, el sindicato fue derrotado. Esto resultó ser un resultado crucial puesto que aseguró que las reformas de Thatcher permanecerían. Durante los años siguientes, la oposición laborista calladamente aceptó la popularidad y el éxito de la legislación sindical y prometió no cambiar sus puntos clave.
 
En octubre de 1984, cuando la huelga aun duraba, el Ejercito Republicano Irlandés (IRA) intentó asesinar a Margaret Thatcher y muchos miembros de su gabinete al hacer estallar una bomba en su hotel en Brighton durante la conferencia anual del Partido Conservador. Aunque ella resultó ilesa, algunos de sus colegas más cercanos se encontraban entre los heridos y muertos y la habitación que había al lado de la suya resultó gravemente dañada. Ningún Primer Ministro británico del siglo veinte estuvo tan cerca de ser asesinado.
 
La política británica en Irlanda del Norte había sido una permanente fuente de conflictos para cada Primer Ministro desde 1969, pero Margaret Thatcher se ganó el odio especial del IRA al negarse a aceptar sus demandas políticas, especialmente durante las huelgas de hambre de 1980-81.
 
Su política fue implacablemente hostil con el terrorismo, republicano o lealista, aunque lo compaginó con la negociación del Acuerdo Anglo-Irlandés de 1985 con la República de Irlanda. El Acuerdo fue un intento de mejorar la cooperación en materia de seguridad entre el Reino Unido e Irlanda y dar algún reconocimiento a los puntos de vista políticos de los católicos en Irlanda del Norte, una iniciativa que se ganó el cálido respaldo de la administración Reagan y el Congreso de los Estados Unidos.
 
La economía siguió mejorando durante 1983-87 y la política de liberalización económica fue ampliada. El gobierno empezó a seguir una política de vender activos del Estado, que en conjunto habían representado más del 20 por ciento de la economía cuando los conservadores llegaron al poder en 1979. Las privatizaciones británicas de los ochenta fueron las primeras de su tipo y resultaron ser influyentes en todo el mundo.
 
Cuando era posible, la venta de activos estatales tenía lugar ofreciendo acciones al público, con condiciones generosas para los pequeños inversores. El gobierno Thatcher dirigió un gran aumento en el número de personas que ahorraban a través del mercado de valores. También animó al público a comprar sus hogares y contratar pensiones privadas, políticas que, a lo largo del tiempo, han aumentando enormemente la riqueza de la población británica.
 
El ala izquierda del Partido Conservador se había sentido siempre incómoda con su líder. En enero de 1986, la divisiones entre izquierda y derecha en el gabinete Thatcher quedaron expuestas al público con la repentina dimisión del Ministro de Defensa, Michael Heseltine, tras una disputa sobre los problemas empresariales del productor británico de helicópteros, Westland. El 'Asunto Westland' salpicó a Margaret Thatcher de tal manera que se puso en duda su liderato. Ella sobrevivió a la crisis pero las consecuencias fueron notables. Recibió duras críticas desde su propio partido por la decisión de permitir a los aviones de guerra americanos despegar desde bases británicas para atacar objetivos en Libia en abril de 1986. Se dijo que el gobierno y su líder estaban gastados, que habían durado demasiado.
 
Su respuesta fue típica de ella: en la conferencia anual del Partido Conservador en octubre de 1986, su discurso atisbó un montón de reformas para el tercer gobierno Thatcher. Con la economía ahora muy fuerte, las expectativas eran buenas de cara a las elecciones y el gobierno volvió con una mayoría parlamentaria de 101 escaños en junio de 1987.
 
La plataforma legislativa del tercer gobierno Thatcher fue de las más ambiciosas jamás puestas en marcha por una administración británica. Hubo medidas para reformar el sistema educativo (1988), introduciendo un curriculum nacional por primera vez. Hubo un nuevo sistema fiscal para los ayuntamientos (1989), la Community Charge, o 'poll tax' como la apodaron sus detractores. Y hubo legislación para separar a los compradores de los proveedores del Sistema Sanitario Nacional (1990), abriendo el sistema a la competencia por primera vez y aumentando las posibilidades para una gestión eficiente.
 
Las tres políticas fueron muy polémicas. La Community Charge, en particular, se convirtió en un serio problema político cuando los ayuntamientos aprovecharon esta nueva legislación para aumentar los impuestos echándole la culpa del aumento al gobierno Thatcher. (El sistema fue abandonado por el sucesor de Margaret Thatcher, John Major, en 1991.) En cambio, las reformas educativas y sanitarias permanecieron. Los sucesivos gobiernos trabajaron sobre esta nueva base y en algunos aspectos la ampliaron.
 
La economía fue boyante en 1987 1988, pero también empezó a recalentarse. Los tipos de interés tuvieron que doblarse en 1988. Estalló una polémica en el seno del gobierno sobre el manejo de la divisa, Margaret Thatcher se opuso decididamente a la política propuesta por el Ministro de Finanzas y otros de atar la libra esterlina al marco alemán mediante el Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo. Durante la disputa, sus relaciones con su Ministro de Finanzas, Nigel Lawson, se vieron dañadas fatalmente y él dimitió en octubre de 1989.
 
Detrás de esta disputa había un profundo desacuerdo en el gobierno sobre la política hacía la propia Comunidad Europea. La Primera Ministra se encontró cada vez más enfrentada con su Secretario de Asuntos Exteriores, Sir Geoffrey Howe, en todos los asuntos relacionados con la integración europea. Su discurso en Brujas en septiembre de 1988 empezó el proceso por el que el Partido Conservador, antaño mayoritariamente 'pro-europeo', se hizo predominantemente 'euro-escéptico'.
 
Paradójicamente, todo esto tuvo lugar con un el panorama internacional como telón de fondo que era profundamente propicio a la causa conservadora. Margaret Thatcher jugó su papel en la última fase de la Guerra Fría tanto en el fortalecimiento de la alianza occidental contra los soviéticos a principios de la década de los ochenta como en el exitoso desenlace final una década más tarde.
 
Los soviéticos la habían apodado la ‘Dama de Hierro’, un apodo que le encantaba, por la línea dura que adoptó contra ellos en los discursos poco después de convertirse en líder conservadora en 1975. Durante los ochenta, ofreció amplio apoyo a las políticas de defensa de la administración Reagan.
 
Pero cuando Mijail Gorbachov emergió como potencial líder de la Unión Soviética, ella le invitó al Reino Unido en diciembre de 1984 y dijo que era un hombre con el que ella podía tratar. Ella no suavizó sus críticas hacía el sistema soviético, haciendo uso de nuevas oportunidades para dirigirse a audiencias televisivas en el este para presentar su caso contra el comunismo. De todas formas, jugó un papel constructivo en la diplomacia que suavizó el resquebrajamiento del Imperio Soviético y de la propia Unión Soviética en los años 1989-91.
 
A finales de 1990, la Guerra Fría se había acabado y las instituciones y mercados libres habían sido vindicados. Pero ese hecho disparó la siguiente etapa en la integración europea, cuando Francia rescató el proyecto de la moneda única europea, esperando mantener a raya el poder de la Alemania reunificada. Como consecuencia, las divisiones sobre la política europea dentro del gobierno británico se hicieron más profundas a finales de la Guerra Fría y después se hicieron más agudas.
 
El primero de noviembre de 1990 Sir Geoffrey Howe dimitió por sus desacuerdos sobre Europa y en un amargo discurso desafió el liderazgo de Margaret Thatcher de su partido por Michael Heseltine. En la elección que siguió, ella ganó la mayoría de los votos. Sin embargo, según las normas del partido, el margen era insuficiente y se requirió una segunda vuelta. Al recibir la noticia en una conferencia en Paris, inmediatamente anunció su intención de seguir luchando.
 
Pero al día siguiente de su regreso a Londres hubo un terremoto político, cuando muchos colegas de su gabinete – que no simpatizaban con ella sobre Europa y dudaban que ella pudiese ganar por cuarta vez unas elecciones generales – abruptamente la abandonaron y no le dejaron otra salida que abandonar. Dimitió como Primera Ministra el 28 de noviembre de 1990. John Major la sucedió y sirvió hasta las elecciones de mayo de 1997, que Tony Blair venció.
 
Margaret Thatcher sigue siendo una figura inmensamente polémica en el Reino Unido. Los críticos dicen que sus políticas económicas fueron divisivas socialmente, que ella fue dura o que sus políticas ‘insensibles’ y hostil a las instituciones del Estado de bienestar británico. Los defensores destacan la transformación en la actuación económica del Reino Unido a lo largo de los gobiernos Thatcher y su sucesor. Las reformas sindicales, privatizaciones, desregulaciones y fuertes medidas anti-inflación, y un control del gasto público han creado mejores expectativas económicas para el Reino Unido de lo que habría parecido posible cuando ella se convirtió en Primera Ministra en 1979.
 
Tanto los críticos como los admiradores reconocen que el liderazgo de Thatcher fue un periodo de importancia fundamental para la historia británica. Margaret Thatcher se ganó un gran prestigio a lo largo de la década de los ochenta y a menudo se ganó el respeto de sus más decididos críticos. De hecho, su efecto sobre los términos del debate político ha sido profundo. Tanto si se convirtieron al 'Thatcherismo', como si simplemente se vieron obligados a encaramelar a su electorado, la dirección del Partido Laborista quedó transformada durante el mandato de ella y la política del ‘Nuevo Laborismo’ de Tony Blair no habría existido sin ella.